Ok, éste sin duda es de mis números favoritos, probablemente ever, no sólo de esta serie. Es tan único en su tono y ritmo, tan diferente a cualquier otra cosa de Superman y al mismo tiempo atado tanto a su filosofía. Parrot es locura, es fiesta, es enredos, pero también es increíblemente personal. No sé cómo, pero funciona al 100%.
Empieza con un accidente aéreo, ni más ni menos. Después de ganarse un viaje al caribe, Clark tiene la mala suerte de que la avioneta se caiga en el mar. Rescata al piloto, dice un «Yikes, I didn’t know I could drown» (que nos habla de cómo el Superman de Max Landis es mucho menos poderoso que en otras encarnaciones -ya lo habíamos visto sangrar en el número anterior-) y es rescatado por un enorme yate en el que se está celebrando la fiesta de cumpleaños de Bruce Wayne, sin él a bordo, evidentemente. Los asistentes lo confunden por el millonario y después de un poco de resistencia, Clark se aprovecha de la situación y se deja llevar.
A ver. ¿Clark Kent está de fiesta? ¿Tomando? ¿Haciendo mil locuras? ¿Tomando el papel de Bruce Wayne? ¿De Batman? ¿Superman está de fiesta como si fuera Batman? ¡¿Qué mejor premisa hay que esa?!
Lo mejor es que dentro de los excesos, la personalidad de Clark sale a flote, como al comer el caviar con hojuelas de oro que vale 4000 dólares por porción. «These dumb things could’ve paid for her surgery over three times over,» reflexiona Clark sobre una chica de Kansas que conocía.
Más adelante, se presentará Deathstroke, por si la confusión no fuera ya increíble, y peleará con un Clark drogado (por el mismo villano, nada fuera del personaje). Deathstroke trata de matar al que él cree que es Bruce, y éste lo manda volando con, literalmente, un dedo. Increíble momento.
Pero lo mejor de Parrot no son los excesos. Son los momentos con Barbara Minerva los que brillan más. Sus conversaciones son tan… personales. Su relación es magnífica y gracias a los increíbles diálogos de Landis les creo todo. Barb quiere ser arqueóloga para sentirse diferente a los demás, para ser especial, para controlar su propio destino; como ella misma dice; lo cual encaja PERFECTO con Clark, que ya es diferente, ya es especial y quiere encajar con los demás. Se complementan perfectamente.
Su relación comenta de una manera impecable el sentimiento de pertenencia de Clark en la Tierra. La reflexión bajo las estrellas es tan, pero tan, única, porque nos regala momentos bellísimos como Clark gritando al cielo «You left me behind, but I’m okay, I’m happy!», con Barb riendo detrás. Son momentos genuinos como esos los que hacen de American Alien tan fantástico. Es el «Wherever you are… I hope you’re happy, too» que le dedica Clark a su raza, lo que nos hace estremecer.
En Parrot, Landis encapsula el conflicto de Clark al querer formar parte de algo más grande y estar en un planeta que no es el suyo con un simple «I like feeling small. We’re all just tiny creatures, little aliens, holding on to each other, out in the middle of nowhere.» ESO es American Alien. ESO es Parrot. Es regalarnos una relación creíble, encantadora, casi palpable, y utilizarla para demostrar un punto del personaje. THAT is fucking genius.
En un número que termina con Batman señalando a Clark en una pantalla y preguntándose quién es, en un número con una pelea entre Deathstroke y un Superman drogado, en un número con Clark de fiesta tomando el papel de Bruce Wayne; que lo más memorable sea una conversación entre dos personas bajo las estrellas, un beso y una amarga despedida, me vuela la cabeza. Parrot es un número bellísimo. Único. El reflejo de un Clark abandonado en este mundo, pero nunca solo.
Sobre los otros números:
1. Dove
2. Hawk
4. Owl
5. Eagle
6. Angel
7. Valkyrie
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